Despreciadas como las villanas de la nutrición, las grasas han sido el macronutriente cuya visión científica ha cambiado más en la última década. De nuestros artículos sobre macronutrientes, éste merece ser el más largo ya que hay una mayor cantidad de mitos por desmentir.
Primero necesitamos abordar el temor infundado de que las grasas, incluso las saludables, estén relacionadas con problemas de la salud. Podemos citar tres grandes estudios realizados por equipos médicos interdisciplinarios enteros (Kuipers et al., 2011; Siri-Tarino et al., 2010 y 2015), los cuales sustentan que son los carbohidratos no saludables (azúcares procesadas, productos refinados y en general cualquier carbohidrato que cause una elevación rápida de la glucosa en la sangre), son los que tienen una correlación más estrecha con efectos dañinos en el corazón y en las enfermedades crónicas que las grasas saludables.
¿Cómo diferenciar las grasas saludables del resto?
Todos hemos escuchado hablar de las grasas trans, las cuales sí están relacionadas con el riesgo de cardiopatía coronaria, diabetes y síndrome metabólico (Vannice y Rasmusen, 2014; De Souza et al., 2015). Una forma simple de detectar grasas trans es buscar en lo referente a los ingredientes de un producto la frase “parcialmente hidrogenados”.
Beneficios de las grasas saludables
Esperamos no aburrir a nuestros lectores con la inmensa lista de beneficios de este macronutriente que ha comenzado a ganar un protagonismo más benevolente en la literatura médica:
Según Dina Griffin (2017), los beneficios de los lípidos o grasas saludables incluyen:
Pero esa lista es sólo el comienzo. De la misma manera que el cuerpo necesita proteínas porque no puede sintetizar ciertos aminoácidos, los ácidos grasos omega-3 y omega-6 necesitan consumirse en la alimentación. Entre los beneficios confirmados y sugeridos en pruebas clínicas, se encuentran:
La mejor fuente de lípidos, a grandes rasgos, es el aceite de pescado (en su forma líquida o al incluir pescado en la dieta), dada su alta concentración de los ácidos grasos EPA y DHA. Más adelante dedicaremos otro artículo detallando las mejores fuentes de este tipo de grasa.
Las proporciones de grasa diarias recomendadas en la dieta para un ciclista son: